El acero toledano es la técnica empleada por los espaderos de la ciudad que ha conseguido que las espadas de Toledo sean conocidas mundialmente. En este artículo os explicamos en qué consiste la metodología de creación de las espadas toledanas.
Acero Toledano: método de creación
Pese a algunas creencias, no se trata del agua del río Tajo lo que hacía sobresalir al acero toledano. De hecho, lo más común no era templar las espadas en agua.
Lo que hace especial al acero toledano son dos factores:
- Las espadas de Toledo son conocidas por estas compuestas por una mezcla de metales. Así, los espaderos usan un alma de hierro y dos tejas de acero y consiguen combinar las virtudes de ambos materiales en el arma fabricada: el hierro aporta tenacidad, mientras que el acero le aporta dureza.
- La habilidad de los espaderos, que muchas veces queda infravalorada.
En su creación, la espada se martilla de tal manera que el acero se queda en los filos (como una bandera: acero-hierro-acero). Usan la técnica de soldar a la calda (soldar con calor) para unir las tres piezas, que se atan con un alambre para evitar su separación. Las piezas se llevan a un punto de temperatura muy alto (llegando al punto cercano al de fusión) y se golpean para unir la combinación de hierro con acero. De hecho, cuando se pulen, se puede ver la línea donde cambia el metal.
Julián del Rey
Aunque desde la edad de hierro, Toledo y sus alrededores son conocidos por la fabricación de espadas, quien revolucionó el acero toledano fue Julián del Rey, morisco converso y armero de Felipe II. Fue el principal responsable de que Toledo pasara a ser conocido en el mundo entero por su industria espadera, llevando nuevas técnicas a la ciudad, destacando los tratamientos térmicos.
Julián del Rey era un armero hispanoárabe que se dio a conocer en el siglo XV. Apodado Julián el Moro, grababa sus espadas con una marca punzada y rellena de cobra con forma de perrillo. Era muy habitual en las espadas de la época con guarnición de lazo -siglo XVI-. En aquella época las marcas estaban protegidas por ley y el plagio de los sellos era penado con la muerte.
Sus espadas adquirieron tanto prestigio que aparecieron en la misma época réplicas en Alemania con una marca muy similar, la del lobo, y que se atribuyen a los espaderos de Solingen y Passau.
Los dos siglos que le sucedieron fueron los de mayor esplendor en la industria espadera de la ciudad y en los que el acero toledano brilló con mayor fuerza más allá de nuestras fronteras.
Desde Mariano Zamorano, apostamos por mantener el prestigio de esta tradición que ha dado tanto renombre a Toledo.